La telepatía es un fenómeno parapsicológico que consiste en la comunicación directa de pensamientos (palabras, números, figuras, etc) y/o sentimientos entre una mente y otra sin uso alguno de medios sensoriales y al margen de la distancia que pueda haber entre emisor y receptor y de los obstáculos materiales (paredes, montañas, etc) que se encuentren entre ambos.
El primero en darle el nombre actual fue uno de los fundadores de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas: Frederick Henry Myers, que en 1882 introdujo el término en un artículo publicado en Proceedings of the Society for Psychical Research. Myers bautizó al fenómeno inspirándose en términos (‘telecomunicaciones’, ‘teléfono’, ‘telégrafo’) ligados a la eclosión tecnológica de la época, lo definió como “la comunicación de impresiones de cualquier tipo de una mente a otra que se realiza con independencia de las vías sensoriales comunes”.
La cuestión no es tan simple como parece pues no solo que la telepatía está asociada a la percepción extrasensorial y a la cognición anómala (1) sino que además, al menos según la óptica del Esoterismo, la telepatía está vinculada al funcionamiento de ciertos chakras (2). Además aunque sea a través de voces extraoficiales, se ha intentado dar una explicación científica al fenómeno a través de explicaciones de física cuántica; pero no se ha alcanzado una explicación demostrable y que se confirme como algo que vaya más allá de la mera especulación abstracta a partir de conceptos científicos, razón por la cual las explicaciones pretendidamente científicas han permanecido envueltas en el velo de la pseudociencia.
Experimentos relevantes en torno a la telepatía
Los experimentos realizados han sido muchos pero hay uno en particular que es ciertamente desconcertante, un duro golpe para los escépticos, por así decirlo. El experimento que fue llevado a cabo por los rusos en un submarino de guerra. Consistió en lo siguiente:
Se tenía por una parte un grupo de diez conejos y por otra un grupo conformado por las madres de los diez conejos, ambos grupos estaban separados por 1.200 kilómetros y se ejercía un estricto control sobre cada grupo: se controlaban los latidos, la actividad cerebral (con encefalogramas), se controlaba cada elemento en cada segundo del proceso. Al grupo de crías lo mataron con descargas eléctricas (para que mueran todos los conejos simultáneamente) y que, exactamente en el momento en que esos conejos fueron asesinados, el encefalograma mostró que sus madres registraron un súbito y palpable incremento en la tensión cerebral…
Otros experimentos significativos fueron llevados a cabo entre 2003 y 2004 por Rupert Sheldrake, bioquímico y fisiólogo de la Universidad de Cambridge. En cada uno de los dos experimentos de Sheldrake, los participantes debían averiguar quién, de entre un grupo de cuatro emisores, estaba llamando cuando el teléfono sonaba. Los resultados fueron bastante representativos. Nos dice por ello Enrique de Vicente (director de AÑO/CERO) en su obra “Los poderes ocultos de la mente”:
Comunicación telépatica entre individuos.
«Los 63 participantes en el primer experimento realizaron 571 intentos; en un 40% de ellos acertaron quién les llamaba, mientras que los resultados atribuibles al azar eran sólo de un 25%. Posteriormente se seleccionó a cuatro de estos participantes y se les sometió a 271 pruebas, que se grabaron en vídeo y se realizaron bajo una observación muy rigurosa. En este caso se acertó en un 45% de las llamadas».
El porcentaje de éxitos subió cuando quienes llamaban eran amigos o familiares.
Un caso curioso fue el del experimento llevado a cabo en Bangalore (India) dentro del Instituto Nacional de Salud y Neurociencias. Allí se tomaron a dos sujetos: un hombre común y el famoso mentalista G. Senehi. A ambos se los controlaba todo el tiempo con resonancia magnética funcional mientras intentaban reproducir el dibujo que un investigador había hecho y que telepáticamente les intentaba transmitir. El hombre común no realizó bien la tarea en tanto que el mentalista reafirmó su fama al cumplir con éxito la tarea. El cerebro del mentalista se mostró una activación del giro parahipocampal derecho mientras realizaba la tarea, en tanto que en el cerebro del hombre normal se vio una activación del giro frontal inferior izquierdo.
Finalmente, el último caso es el del profesor Robert Mirris y la Dra. Caroline Watt del Instituto Koestler en la Universidad de Edimburgo. En su experimento se tomó a cien personas y se les pidió que vayan eligiendo los cuadros “enviados mentalmente” por un sujeto que estaba en un lugar apartado. El porcentaje de éxito fue de 50%, estimándose la probabilidad de dichos resultados como 1 en 14 millones…
La falsa telepatía
Una cosa que hay que tener en cuenta es el cumberlandismo (falsa telepatía), el cual es un proceso en el cual se adivina el pensamiento de otra persona en base a conjuntos de movimientos reflejos ligados a las diversas imágenes mentales que se van sucediendo en la mente de dicha persona. El prestidigitador e ilusionista inglés Cumberland Stuart, lo practicó por primera vez en el teatro dejando a todos los espectadores sorprendidos con su espectáculo "telepático".
Telepatía y el Vehículo Etérico de Djwhal Khul
Alice Bailey, a partir de 1919, comenzó a escribir textos que según ella eran dictados por Djwal Khul, un gran maestro tibetano que supuestamente le dictó textos que ella escribió entre 1919 y 1949, año en que murió. Se podría decir que es un libro sobre la telepatía que a su vez se escribió al recibir unas enseñanzas telepáticas…
Evidentemente todo el asunto parece dudoso, no obstante llama la atención lo siguiente: 1) el libro comparte muchos elementos teóricos comunes con otras enseñanzas esotéricas, 2) el libro presenta puntos de desarrollo que se podrían haber deducido de otras enseñanzas esotéricas o que complementan a otras teorías esotéricas, 3) el libro tiene una gran sistematicidad y, para cualquiera que sepa de cuestiones esotéricas, los contenidos que presenta son bastante aceptables para la intuición, compatibles con la experiencia en muchos de sus puntos y factibles para la especulación en otros aspectos. Por lo tanto su contenido es bastante creíble en el contexto de las teorías esotéricas más aceptadas y de las experiencias paranormales más comunes y documentadas. Dicho todo esto paso a exponer ciertas ideas del libro que me parecen particularmente llamativas o importantes:
Según Alice Bailey (izq.) sus textos fueron dictados por Djwal Khul un gran maestro tibetano que le trasmitía sus conocimientos por vía telépática a miles de kilómetros de distancia de donde residía Alice.
Existen dos tipos de telepatía:
La instintiva se basa en los impactos de energía que provienen del cuerpo etérico, tiene como medio de comunicación a la sustancia etérica de todos los cuerpos (que están etéricamente conectados con la sustancia etérica del planeta) y se ejerce sobre todo en la zona que rodea al tercer chakra o plexo solar, zona que está en contacto directo con el cuerpo astral. Se expresa generalmente en frases como “tengo el presentimiento de” y es la telepatía que suele darse entre madre-hijo, hermanos gemelos, amigos, esposos; y, en términos generales, entre quienes tienen un fuerte vínculo afectivo.
La intuitiva es en cambio una telepatía que muy pocos tienen y que requiere cierto grado de evolución espiritual y de entrenamiento en la meditación (a menos que sea un don innato): es una telepatía que involucra al chakra coronario (el último chakra, el de la espiritualidad y la conexión con El Todo) siendo aquel un receptor de impresiones provenientes de fuentes superiores, que involucra al ajna chakra o tercer ojo en tanto receptor de intuiciones y transmisor, y que involucra al centro laríngeo (quinto chakra) en tanto formulador y creador del pensamiento a nivel astral-etérico.
Para el éxito en el trabajo telepático se recomienda lo siguiente:
No deben haber barreras entre emisor y receptor (tales como odio, rechazo, envidia, ira, etc)
El transmisor no debe preocuparse tanto del receptor como de que lo que quiere transmitir esté nítido, para lo cual él mismo debe verlo con claridad en su mente.
Sería bueno que por un minuto o dos los receptores construyan un vínculo de energía con el emisor, para lo cual se aconseja que piensen en el transmisor con amor y afecto, olvidando luego la personalidad del emisor.
Los receptores no deben estar ansiosos, preocupados o estresados por recibir con claridad el mensaje. La serenidad y el que se centren en su facultad de visualización es fundamental para un buen proceso.
Los dos grupos de gente más aptos para recibir impresiones telepáticas son:
Los receptores inconscientes, los cuales reciben las impresiones con el plexo solar y envían dichas impresiones al quinto chakra para que sean procesadas.
Los que han desarrollado o están desarrollando facultad de recepción consciente, un tipo de recepción que es de naturaleza mental y se basa en el famoso ajna chakra o tercer ojo.
¿Existe una posible base científica?.
La Ciencia y la Telepatía
En tiempos pasados los parapsicólogos soviéticos se adhirieron a la teoría electromagnética para explicar a la telepatía y otros fenómenos similares. Siguiendo esa línea, el neurólogo W. Bechterew postuló que entre cerebro y cerebro la información podía transmitirse a través de ondas similares a las radioléctricas.
En otra línea de pensamiento, se ha sugerido que podría haber partículas de energía psíquica que sean portadoras de la señal telepática, partículas capaces de, en virtud de sus velocidades hiperlumínicas, traspasar las barreras del espacio-tiempo. Se las ha bautizado de varias formas, pero las más populares son las del astrónomo V.A.Firsoff quine las denominó “mindones” y la del matemático Adrian Dobbs que prefirió el término “psitrones”.
La cuestión se torna realmente interesante cuando entramos al campo de la Física Cuántica y ligamos el asunto a conceptos como el del “orden implicado” y el “cerebro holográfico”. Existe lo que se llama el “entrelazamiento cuántico”, el cual alude al hecho de que una sola función de onda describe dos objetos separados sin importar la distancia que medie entre ellos, teóricamente la onda que los une se puede propagar por todo el universo y que cada partícula por separado se muestra en un estado indefinido y juntas tienen una descripción definida: como si no existiera la una sin la otra. Dicho en otros términos, aquello quiere decir que si tú tienes dos o más objetos, para describir sus estados cuánticos debes hacer referencia a los estados cuánticos de todos los otros objetos del sistema, inclusive si están espacialmente separados.
Lo anterior es evidentemente la situación subyacente a la llamada “Paradoja E.P.R.”, según la cual dos o más partículas elementales que alguna vez hayan formado parte de un mismo sistema, mantendrán una conexión no causal y seguirán transfiriéndose información instantáneamente aunque sean separadas. Lo dicho sucede en general a nivel de sistemas microscópicos; pero, si nos ponemos a pensar, aquello comparte el hecho de que a nivel cuántico (un nivel más “profundo” de la realidad que el nivel macroscópico) todo esté interconectado, por lo cual existiría ese “orden implicado” al que antes hicimos referencia y, como consecuencia de aquello, ya no se podría entender el universo como una maquina sino que habría que comprenderlo como una suerte de inmenso holograma multidimensional.
Pero y entonces: ¿qué pasa si aplicamos la comprensión cuántica de los fenómenos al entendimiento del cerebro? La respuesta es la siguiente: surge el concepto del “cerebro holográfico”, un concepto que nos dice que el cerebro es como un holograma que a su vez interpreta un universo holográfico (lo cual es posible por lo del “orden implicado”). ¿Difícil de creer? No, sobre todo si tenemos en cuenta que el entrelazamiento cuántico ha sido observado sobre todo en fotones y que estudios científicos recientes han mostrado que las neuronas producen y conducen fotones, los cuales se canalizarían a través de los microtúbulos (partes del andamiaje microscópico de las células) y permitirán explicar la sincronización de la actividad neuronal entre grandes distancias de célula a célula, cosa que no se puede explicar suficientemente en base a la actividad eléctrica.
Diversas teorías han tratado de demostrar científicamente la telepatía e incluso algunas podrían ser válidas.
Pero y entonces: ¿cómo se explica la telepatía en base a todo lo anterior? Sencillo: al ser explicable la mecánica del cerebro desde una perspectiva cuántica en que entra el “orden implicado”, se puede decir, como afirmó el físico Michael Talbot, que el cerebro “puede ser visto como infinitamente interconectado con el resto del universo”; y así, si creemos junto con el neurofisiólogo Karl Pribam que también la conciencia está estructurada de forma holográfica, entenderemos que la telepatía y otros poderes psíquicos no son sino el producto de inmersiones en las dimensiones atemporales que subyacen a la estructura holográfica de nuestras mentes en virtud del “orden implicado”. Y es que, en un universo holográfico, no se necesita que la información vaya de un punto a otro pues es consustancial a lo que denominamos “realidad”. Hasta el momento, podría parecer que todo está claro pero en realidad no lo está. Surgen pues las siguientes preguntas:
¿Por qué ciertos individuos pueden ser mejores receptores de mensajes telepáticos que otros; por qué unos individuos tienen dones de emisores telepáticos y otros no?
Para lo anterior no hay una explicación oficial aunque hay pistas en base a las cuales se puede esbozar una explicación. La actividad cerebral presenta un abanico de frecuencias, de lo que se ha convenido en llamar “ondas cerebrales”. Aquello es ya un hecho científicamente demostrado. Así, cuando estamos despiertos en general presentamos ondas beta; cuando dormimos sin soñar, presentamos ondas delta; cuando dormimos y soñamos, presentamos ondas theta. Si deseas ampliar información sobre la teoría de las ondas cerebrales,
En base a ciertas investigaciones: los psíquicos y los meditadores expertos producen mucha mayor cantidad de ondas gamma que la gente normal; los llamados estados de superconciencia están ligados a las ondas épsilon, lambda y a theta (aunque sólo durante su manifestación en el marco de la meditación profunda); la percepción extrasensorial suele darse junto a las ondas alfa y las theta. De lo anterior se desprende lo siguiente: la facultad de emitir mensajes telepáticos estaría sobre todo vinculada a las ondas gamma ya que quien la tiene sería necesariamente psíquico y ya que generalmente el emisor-telépata está en un estado de vigilia y ese estado de vigilia se pierde en theta; la facultad de captar mensajes telepáticos estaría vinculada a las ondas alfa y theta en ciertos casos, excluyendo la gran mayoría de casos en que el receptor ha sido monitoreado en un experimento pues en esos casos dicho receptor habría mostrado prácticamente siempre las frecuencias beta (vigilia normal).
Muy probablemente, los tipos de ondas cerebrales asociados a la actividad paranormal en el cerebro humano, surten una especie de efecto cuántico que facilita, entre otras cosas, la transmisión o captación de información en virtud de mecanismos posibilitados por el llamado “orden implicado”.
Conclusiones
La telepatía es un fenómeno mucho más complejo de lo que parece en primera instancia. En sus inicios su comprensión estuvo limitada al ámbito esotérico pero actualmente hay explicaciones sobre la misma que, a pesar de no haber alcanzado el estatus de teorías científicamente demostradas, no solo tienen compatibilidad con los conceptos científicos sino que parten de los últimos descubrimientos de la Física. Ahora, llegados hasta aquí podemos ponernos dogmáticos tanto a favor de un bando como del otro; pero si miramos las cosas con una mente abierta, no solamente veremos que la explicación científica no es incompatible (al menos en lo esencial) con la esotérica sino que se puede analizar el asunto y encontrar relaciones entre una y otra conceptualización del fenómeno; o incluso, si así se quiere, se puede hasta cierto punto transformar los conceptos de la explicación esotérica a conceptos equivalentes o vinculados dentro de lo que es la ciencia para, de ese modo, expandir nuestra comprensión del asunto…
Y es que aquí podemos recurrir a una frase del filósofo alemán Friedrich Nietzche, filósofo que según algunos fue el primer pensador postmoderno; la frase es la siguiente: ‹‹No hay hechos, solo interpretaciones››
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